Actualización Noviembre 2020: El Examen Final a partir de ahora se llama El Sistema Shamash y lo tienes disponible en Ediciones Dorna. ¡No te lo pierdas!
Tras escribir y corregir «El Examen Final», y depositarlo en el Registro de Propiedad Intelectual, estaba preparado para presentarlo al mundo. Diseñé un plan.
- Primero, lo presentaría a un concurso.
- Si no funcionaba, lo mandaría a editoriales grandes y agentes.
- Si no funcionaba, lo mandaría a editoriales pequeñas.
- Si no funcionaba, me autopublicaría.
Un plan muy conservador, y el mismo que he seguido en el anterior. Básicamente, busca un reconocimiento rápido, dinero rápido, y confiar en externos para las tareas de publicación en las que no soy experto.
El concurso
Como ambicioso que soy, estudié todos los concursos en los que podía encajar: literatura juvenil, y ciencia-ficción. Bueno, ese estudio ya lo había ido realizando mientras corregía. Y me lancé a la piscina con el concurso de literatura juvenil de mayor premio del panorama hispano-hablante: El Gran Angular.
Lo imprimí. Lo mandé. Era agosto de 2017. Y esperé.
Esperé hasta Navidad de 2017. El premio lo anunciaban en marzo. Me pregunté: «¿cuándo avisarán al ganador? Tienen que firmar el contrato con tiempo para mandar a imprenta y todo…». Decidí esperar hasta febrero. Perdí la esperanza. Llegó marzo. Anunciaron la ganadora, Mónica Rodriguez Suárez. Merecido.
Eh, participar en concursos es lo que tiene: muchos tienen que perder para que uno gane. La parte de los vencidos no es plato dulce, pero es necesario y lo llevo con orgullo. No es mi primera vez, ni será la última.
Estudié otros posibles concursos: Minotauro, UPC… Pero los plazos se iban: meses y más meses esperando, bajo la cláusula de exclusividad. Era disparar a un plato cada uno. Tocaba pasar al siguiente paso.
Buscando editorial
No engaño si digo que tengo un listado de editoriales y agentes, con métodos de contacto, géneros preferidos, tamaño de las cadenas de distribución, si aceptan manuscritos y otros datos, del que tirar. Era finales de abril cuando seleccioné cinco grandes editoriales del total y les mandé un maravilloso PDF. Cartas personalizadas, argumentos muy repensados, muchas ilusiones. Y tocaba volver a esperar, probablemente durante meses.
Entonces, a finales de junio, re-descubrí por casualidad el Premio Literario Amazon 2018. Un párrafo me llamó la atención:
En virtud de la presentación de su Libro al Concurso, en caso de resultar Finalista o Ganador, usted se compromete a otorgar a Amazon:
(a) el derecho exclusivo de la primera publicación de su Libro en todo el mundo en cualesquiera formatos y al menos en un idioma adicional distinto del inglés, determinado por Amazon y a su entera discreción; y
(b) los derechos internacionales exclusivos de la primera publicación en todos los formatos de su libro, en el resto de idiomas, durante un periodo de 30 días después de recibir la notificación de Finalista por parte del Patrocinador. Durante ese periodo de 30 días, usted acepta negociar de buena fe los términos y condiciones de un acuerdo de publicación con Amazon.
Si usted no resulta ser Finalista, el derecho de exclusividad de Amazon sobre la primera publicación de su Libro dejará de aplicarse. Si usted resultar ser Finalista, en el caso de que usted y Amazon no lleguen a un acuerdo después de 30 días, podrá ofrecer el Libro a otros editores con la condición previa de que conceda a Amazon el derecho de publicación de su Libro con los mismos términos y condiciones que le ofrezca otro editor, además de un anticipo en las regalías superior al 10% con respecto a la otra oferta.
En román paladino: Si ganas, la 1ª edición la negocias con Amazon, pero puedes negociar con otras editoriales. Si pierdes, puedes publicar con otra editorial.
Busqué información. Me encontré con que «La Mirada de Piedra» de Jorge Magano, ganadora de 2016, había firmado con una editorial. Y me di cuenta de que autopublicarse, fuera de ese concurso, no es incompatible con buscar editorial: en cualquier momento puedes retirar el libro a la venta y dejar la distribuición y promoción a tu nueva editorial.
¿Por qué esperar a tener respuesta de una editorial? Puedo ir moviéndolo por mi cuenta, llegar a lectores, aprender, asumir el fracaso o saborear el éxito, y eso no es el final del camino. Si lo merece, alguien se fijará en mi obra. Si no, llega el momento de que crezca.
Y así, tras tantos años acomodado, me lancé a la autopublicación. Y llegaron nuevos problemas.