Lo maldijo llena de rabia antes de bajar la cabeza y romper a llorar. Él no se dignó a tocarla mientras sollozaba durante un largo minuto. Levantó los ojos, inundados, y lo miró sorprendida, la boca abierta, las piernas temblorosas.
-Hay otra -dijo él, frío distante-. Tenías razón
Trago saliva, negando con la cabeza, buscando fuerzas.
-¿Es un regalo? -preguntó esperanzada-. ¿Una sorpresa?
-Tengo que decirte algo -dijo él tras un silencio tenso.
Se miraron largo rato. Él se alejó un poco, sin soltarle la mano y se perdieron en la calle oscura, caminando hacia atrás. Entonces se cumplió la maldición, y todo volvió a empezar.
Marzo de 2012