Nací en Zaragoza, zona marcada por la dependencia económica de una gran macro-empresa internacional, General Motors, y su planta de Figueruelas. Cada vez que una sombra de incertidumbre se cierne sobre la Opel, saltan las alarmas. No en vano supone, directamente, el 60% de las exportaciones de Aragón y el 5% de su PIB. Da trabajo directo a 1.700 personas, y muchos más a través de empresas auxiliares (sólo los ERE del año pasado en empresas auxiliares supusieron 3.500 puestos de trabajo; y una bajada del 0,01% en la producción tuvo más de 10.000 afectados). Y a eso hay que sumarle todo el ecosistema de servicios alrededor de esa gente: alimentación, transporte, etc. Todo un pequeño ecosistema que se convierte en columna vertebral de la región.
He crecido escuchando estas implicaciones, y me es inevitable aplicarlas en el escenario de fusiones bancarias actuales.
Pupurrí bancario. Fuente: lainformacion.com |
Hace 3 semanas, se anunció que las 2 grandes cajas aragonesas, Ibercaja y Cai-Caja3, se unirían. Es el penúltimo capítulo de las fusiones actuales, pero el más impactante en Zaragoza: no hay calle que no tenga una Cai y una Ibercaja, puerta con puerta. Se vaticinan muchos cierres, probablemente más del 30% de las sucursales. Y mucha gente a la calle, ya sea prejubilada o al paro; menos productividad.
Por otras regiones ha pasado algo parecido: Caixa Nova + Caixa Galicia, Caja Duero + Caja España, Caixa Catalunya + Caixa Tarragona + Caixa Manresa… Cuando se fusionan cajas de regiones diferentes, el impacto directo es menor, pues hay menos solape. Se reducen servicios centrales y algunas oficinas. Pero si hay coexistencia geográfica, el impacto es mucho más grande para el ciudadano de pie, y, no nos engañemos, el ahorro para el empresario es mucho mayor.
Pero, volviendo al principio, no puedo evitar pensar en el impacto en la industria auxiliar, el efecto indirecto, los daños colaterales: empresas de limpieza, proveedores de material, empresas de seguridad y mensajería, desarrollo informático, telefonía, reparaciones, etc. Donde había 2 bancos con 2 proveedores, pasa a haber 1 entidad con 1 proveedor.
Ahora avancemos un par de años hacia el futuro, ese escenario de cinco o seis grandes entidades donde antes había más de treinta. ¿Qué PYME va a suministrar papel o bolígrafos a esos grandes bancos? ¿Qué empresa será capaz de proveer al Mega-Banco con recambios para sus impresoras, o ayudarle a renovar el parque tecnológico? Sólo un Mega-Proveedor. Por capacidad. Y porque el Mega-Banco se lo va a poder permitir, no nos engañemos. No digo que no ocurra ahora, que las pymes ya lo tengan difícil. Digo que será, con mayor probabilidad, el único escenario posible. Es un pensamiento esperanzador cuando el 99,88% de las empresas son pymes (según el Ministerio de Industria) y contribuyen con el 65% del PIB y el 75% del empleo privado (según el Boston Consulting Group).
Y, ojo, no estoy en contra de las fusiones. Éstas han ocurrido en el pasado y el mundo no se ha acabado, es todo parte de un ciclo y tarde o temprano surgirán nuevos bancos, pequeños, y crecerán poquito a poco. El problema es cuando todas las fusiones ocurren a la vez (impulsadas por un régimen especial de fusiones y bajo presión), todos esos trabajos se destruyen a la vez, y la sociedad, que tiene cierta flexibilidad para absorber estos cambios, no puede reaccionar a tiempo. Y en un escenario deflacionista.
Los bancos gigantes pueden ser muy cómodos Fuente: joaobambu en Flickr |
Pero no seamos negativos: España tendrá las mejores entidades financieras del mundo. El resto de España, ya se verá.