Empezó ignorando todos los saludos, las palabras, los gestos, con paciencia e indiferencia, hasta que logró que dejaran de verlo.Por fin era invisible. Podía entrar en cualquier lugar o hacer lo que quisiera sin dejar de ser ignorado. Había conseguido la tranquilidad que buscaba.
Su familia lloraba su recuerdo cada vez que les daba besos insulsos.
Octubre de 2011