Tras varios siglos intentándolo, la estatua logró pestañear, pero el esfuerzo de bajar los párpados, de piedra y sin músculos, le dejó sin energías para volver a subirlos. Expertos de todo el mundo acudieron a estudiar el insólito suceso. Nadie pudo explicarlo, y atribuyeron todo el mérito al genial escultor renacentista.
Julio 2011