El título de la conferencia era tan ridículo que casi todas las sillas estaban vacías. La mayoría de los cerrajeros asistentes al congreso se quedaron fuera, intercambiando conocimientos más útiles. La mesa del conferenciante estaba vacía de engranajes y, cuando empezó a hablar, su lenguaje no técnico desató algunas risitas.
Una hora más tarde, nadie recordaba nada, pero todos le admiraban profundamente.
Diciembre 2011