Cada vez que pulso el botón, el mundo a mi alrededor se convierte en un musical. La gente baila, canta en grupos o hace solos, se junta, se ríe, llora, discute con las notas acompañando y enfatizando cada instante, cada sentimiento. Los eventos se precipitan: las intenciones quedan a la luz, las multitudes actúan como una. Lo pulsé por primera vez en aquel parque donde me conociste, cuando te conquisté. Lo pulsé en clase de álgebra y por fin, con los gorgoritos del profesor, comprendí la lección. Ayer lo pulsé al verte callada y triste, y el fado que me dedicaste al dejarme me rompió el alma.
Me advirtieron que sólo podría usarlo diez veces, me queda una. Te la regalaría con gusto. En su lugar, voy a entregarle al mundo mi última canción.
Enero de 2013