Los dioses hicieron la tierra para que todos los hombres la compartieran. Pero luego vienen los reyes con sus coronas y sus espadas de acero y dicen que todo es suyo. Los árboles son míos, dicen, no os podéis comer las manzanas. El arroyo es mío, aquí no podéis pescar. El bosque es mío, nada de cazar. Mi tierra, mi agua, mi castillo, mi hija… No les pongas las manos encima o te las corto, pero a lo mejor si te arrodillas delante de mí te dejo que lo olisquees.
«Tormenta de Espadas», George R.R.Martin