Dice el discípulo:
-Odio las distancias, tener que ir de aquí para allá todo el día, cansándome, sintiendo cómo se me escapa el tiempo.
Responde el maestro:
-Las distancias están hechas de todo lo que las llena.
Dice el discípulo:
-He quemado y destrozado todo lo que había entre aquí y allí, pero sigo teniendo que perder el tiempo yendo y viniendo por ese paisaje desolado.
Responde el maestro:
-Las distancias tejen la realidad.
Dice el discípulo:
-He roto y doblado el espacio, he logrado estar aquí y allí a la vez. Las distancias han dejado de molestarme por fin.
Responde el maestro:
-Has logrado tu objetivo, pero nunca recuperarás todo lo que te esperaba por el camino.
Febrero de 2014