Consultó el ordenador: había salido del sueño inducido en el momento adecuado. Pero el planeta de destino no estaba a la vista. Y eso no era lo que más le preocupaba. Escribió ansioso el mensaje a la Tierra, sabiendo que pasarían años antes de que obtuviera respuesta. Si la obtenía. Adjuntó unas cuantas fotos para reafirmar sus palabras: «No hay nada de nada. Sólo oscuridad sin estrellas.»
Mayo de 2012