Ninguno elegimos cómo nacer; yo nací idea. Y no una afortunada, sino una idea tonta, inútil, apenas graciosa. Mi padre estuvo cerca de matarme con el olvido, pero mi esterilidad le debió de hacer gracia y me compartió. Así provoqué las primeras risas de desprecio. Y esa debilidad se convirtió en mi fuerza, me ayudó a crecer, de boca en boca. Nadie me tomaba en serio, pero ahora gobierno el mundo.
Junio 2011