Generalizando

Todos los catalanes son unos agarrados, todos los andaluces son unos vagos, todos los madrileños son chulos, todos los canarios están aplatanados, todos los aragoneses tercos, todos los valencianos adoran la pólvora, todos los extremeños son muy rurales y todos los vascos unos brutos. Se me olvidaba, todos los gallegos responden con una pregunta.

Pero no es sólo en España.  Todos los alemanes son puntuales, todos los franceses románticos, todos los americanos unos incultos, todos los ingleses unos estirados, ningún ruso tiene sentido del humor. Todos los musulmanes son terroristas. Todos los inmigrantes vienen a quitarnos lo que es nuestro.

También ocurre con las profesiones. Todos los curas son unos pedófilos. Todos los políticos  son unos ladrones y unos corruptos. Todos los militares no saben otra cosa que estudiar. Todos los de ciencias se creen superiores. Todos los policías abusan de poder. Todos los dentistas están forrados (y los pilotos de avión, claro). Todos los pobres son unos borrachos. Todos los funcionarios unos incompetentes y unos lentos. Todos los jefes son unos tiranos y cobran demasiado, y todos los empleados unos vagos.

Y con otros ámbitos de la vida. Todas las mujeres conducen mal, y son o unas estrechas o muy ligeras de cascos. Todos los hombres piensan siempre en lo mismo, y son unos machistas. Todos los jóvenes son unos gamberros, y todos los viejos unos intolerantes.

Todos somos iguales. No hay más que vernos.
Fuente: El blog de los Sres de la empresa Innuo

Todos generalizamos. Siempre. En general. Por comodidad, supongo. Es más fácil recordar una regla general que andar memorizando excepciones. Más cómodo. La ciencia se basa en generalizar, en encontrar el nexo común, en sintetizarlo. Cuando encuentra excepciones, cambia la teoría para acoger las exceptiones. Busca la simplicidad, la belleza. Un todo fácil de comprender. Allí está su gran búsqueda de una teoría universal, que definirá todo. Para siempre.

Supongo que lo llevamos en el ADN. Todos. Supongo que cuando tienes una cabeza limitada no puedes recordarlo todo, y aprendes (inconscientemente) a quedarte con lo más importante, y generalizar. Dicen que la parte del cerebro que almacena las caras no memoriza las caras como una foto, sino que almacena sólo los rasgos distintivos: ojos separados, nariz chata, barbilla prominente…. Por eso a veces nos confundimos y creemos que esa persona se parece mucho a alguien que conocemos, y después las vemos juntas y son totalmente diferentes. Y almacenamos esas diferencias, pero no sus caras.

Pero, curiosamente, todos nos sentimos individuos únicos. Sí, a todos nos gusta sentir que somos parte de algo, pero a ninguno nos gusta que nos encasillen. Todos queremos sentirnos libres mientras tendemos a negar la libertad ajena. Podría decir que no todos nos dejamos llevar por los prejuicios, que algunos comprenden los matices,  juegan con la duda razonable, que no caen en el juego de las etiquetas… Podría decir que se vende esa imagen superficial de la sociedad porque a muchos nos gusta ironizar con los tópicos; que el mensaje simplista de los medios de comunicación tiende a homogeneizar y a centrar el foco sobre algunos individuos, vendiendo que la generalidad queda resumida en uno o dos casos estadísticos; que las conversaciones de ascensor son más fáciles cuando no entramos al detalle. Pero quizá es que a todos nos gusta encontrar excusas para eximirnos de responsabilidades. Quizá sí que todos somos así.

Para terminar coherentemente esta entrada, debería defender que todo lo que he dicho es verdad. Indiscutublemente. Aunque todos opinen lo contrario.

Pero no me gusta pensar así.

Deja un comentario

Volver arriba