Distopía bancaria

Bienvenidos al mundo en el que la banca lo gobierna todo. Al nacer, a cada niño se le asigna un número de cuenta que le acompañará cada día hasta su muerte. En esa cuenta estará todo lo que merece la pena.
En este mundo controlado por la banca, los votos se compran: 1 euro, 1 voto. Los hombres utilizan el dinero para llegar el poder, pero sólo utilizan el poder para llegar a más dinero. La información gira en torno a lo que interesa para el dinero, lo que no tiene valor económico no es importante. Las casas, la comida, la seguridad, todo es controlado por los bancos, que en sus manos tienen las grandes fortunas y los pequeños ahorros, y mueven al pueblo como fichas por su tablero de Monopoly. Hasta el aire está gravado, de manera indirecta.
Imagen de un banco cualquiera.
Fuente: Blog del Sr. Iceman86

La gente pobre se inventa tarjetas de crédito amoroso, acciones sentimentales y comisiones fraternales, pero esos inventos sin capital no generan riqueza. Una persona vale lo que tiene, y puede obtenerlo con una hipoteca de por vida. Un niño cuesta, pero al final es parte del patrimonio, una inversión de futuro. Lo valores no son principios, sino réditos. La utilidad de los trabajos se audita y se tasa. El futuro está vendido y el pasado prescribe a los cinco años obligatorios.


En el Mundo-Banco la religión son las finanzas, los sueños llevan tasa y las vidas cotizan, se crean y se destruyen por los caprichos de la bolsa. Y los brokers-gobernantes ríen sin saber que también ellos son títeres manejados por el Dinero, y que su importancia puede pasar de activo a pasivo con la tecla de una calculadora.


Pero el Mundo-Banco es sólo una distopía. Nunca dejaríamos que el Vil Metal fuera más importante que la Humanidad, ¿verdad?

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